9/4/13

La Ley de la Rueda


Cuando expuse la Ley de la Hoja comenté lo fácil que es tender a buscar la "perfección" en cada aspecto de nuestro mundo y los problemas que nos puede originar si no somos capaces de cortar y pasar a otra cosa.

Algo similar sucede cuando queremos fijar el punto de partida de nuestro desarrollo.


La tendencia innata es "partir de cero", remontándonos hasta el origen de los tiempos si es necesario. Por ejemplo, si queremos definir el sistema monetario que existe en nuestra aldea nos imaginamos en qué momento los seres que habitan nuestro planeta tuvieron la necesidad de dejar atrás el trueque y decidieron elegir un elemento que unificase el precio de las cosas.

En mi humilde opinión, ese es uno de los mayores errores que se pueden cometer ya que por cada pregunta que nos hagamos obtendremos una respuesta pero de regalo nos llevaremos varias preguntas más. Volviendo al ejemplo del dinero, algunas de esas preguntas extras podrían ser ¿que eligieron para dar valor a las cosas?, probablemente un metal pero ¿qué metal? ¿por qué ese y no otro? ¿fue un cambio repentino o fueron dejando el trueque paulatinamente?, y como esas pueden surgir decenas de preguntas más, lo que nos impediría avanzar (otra vez la Ley de la Hoja). En estos casos, creo que lo mejor es trabajar como lo hacen los científicos.

Aunque mucha gente pueda pensar que un científico es un personaje extraño, encerrado en su laboratorio, sin apenas contacto con el mundo real, realizando experimentos extraños e incluso peligrosos con el fin de alcanzar un gran descubrimiento, no hay nada más alejado de la realidad.

Mis años de experiencia en ese campo –el de la ciencia– me han enseñado que un científico, aunque no tenga a nadie trabajando con él, nunca trabaja solo sino en contacto con el resto de la comunidad científica. Ejemplo de eso es que nadie investiga algo que ya haya sido investigado y demostrado, entre otras cosas porque no tiene sentido dedicar esfuerzos a descubrir algo que ya ha sido descubierto.Para un científico, los trabajos de sus colegas le sirven como punto de partida para los suyos.

El proceso de crear un mundo debería ser igual; no inventemos lo que ya está inventado.

Si necesitamos crear la historia de un reino que se descompone súbitamente en varios reinos más pequeños que se dedican a luchar entre ellos, tomemos como punto de partida la historia de los reinos que surgieron tras la muerte de Alejandro Magno y adaptémosla a nuestras necesidades.

Si necesitamos un sistema monetario complejo, que haya ido evolucionando durante más de cinco siglos, ahí tenemos al Imperio Romano, cuyas monedas fueron cambiando desde el as litral hasta el sólido, pasando por sestercios, denarios, áureos, argenteos, antonianos, quinarios, e infinidad de monedas más; siendo además conocidas todas las devaluaciones, los cambios de patrón monetario y las distintas variantes existentes de cada moneda.

La idea que quiero trasmitir con esto es que no hay que intentar inventar la rueda sino mejorar las ruedas existentes adaptándolas a nuestras necesidades.

Como sucede en muchos casos, la realidad supera a la ficción, y por muy imaginativos que seamos hay aspectos en los que nunca podremos superar a la Historia.

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